Los Estúpidos Entre Nosotros: Un Despertar con Carlo M. Cipolla

Entrevista con el historiador que describió con precisión matemática la irracionalidad humana.

Por Ehab Soltan

HoyLunes – No era una mañana cualquiera. El café aún humeaba, la ventana abierta dejaba pasar una brisa de verano, y en la mesa, subrayado en rojo, yacía un ensayo del economista e historiador italiano Carlo M. Cipolla. Lo que siguió fue inexplicable. Cerré los ojos por un instante… y al abrirlos, estaba frente a él. Su mirada afilada y amable irradiaba inteligencia serena. Vestía chaqueta de tweed, y sostenía una taza de porcelana blanca. La entrevista acababa de comenzar.

Señor Cipolla, usted formuló cinco leyes fundamentales sobre la estupidez humana. ¿Cómo nació esta teoría?

Carlo M. Cipolla: La observación, simple y dura. Enseñé en Berkeley y en Pavía, caminé por calles de Florencia y estaciones de tren. En todas partes, la densidad de estúpidos era constante. Fue entonces cuando comprendí: no es que algunos individuos sean ocasionalmente irracionales… es que existe una categoría humana ineludible, peligrosa y universal. Así nació mi pequeño ensayo irónico, pero muy serio.

Primera Ley: Siempre e inevitablemente subestimamos el número de estúpidos en circulación

Cipolla: No importa cuántas veces se compruebe, uno nunca deja de sorprenderse. El estúpido no tiene raza, clase ni ideología. Está en el Parlamento y en la panadería, en la sala de juntas y en la cola del banco. Lo trágico es que son más de los que creemos, y están donde menos se espera.

Piense en la cantidad de personas que comparten noticias falsas sin verificar nada. No buscan beneficio ni daño intencional: simplemente no piensan.

Segunda Ley: La probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica.

Cipolla: Aquí reside el escándalo. Ni la educación, ni el poder, ni la posición social inmunizan contra la estupidez. He conocido doctores en física que creían en teorías conspirativas y personas sin formación académica con una lógica admirable.

Un ingeniero con tres másteres que cae en una estafa piramidal y arrastra a sus amigos consigo. ¿Por qué? Porque ser inteligente en un área no excluye ser estúpido en otras.

Tercera Ley: Una persona estúpida es aquella que causa daño a otra persona o grupo sin obtener ningún beneficio para sí, o incluso resultando perjudicada.

Cipolla: Es la esencia del estúpido. El ladrón es racional, porque gana lo que usted pierde. El estúpido pierde y le hace perder. Un sabotaje absurdo en el trabajo, un vecino que destruye la comunidad solo por molestar. Son más peligrosos que los malvados.

El usuario que hackea una base de datos sanitaria por diversión y colapsa el sistema de citas médicas. ¿Ganó algo? No. ¿Dañó a muchos? Sí. Estupidez en estado puro.

Cuarta Ley: Las personas no estúpidas subestiman siempre el poder destructivo de los estúpidos.

Cipolla: Aquí la tragedia se vuelve colectiva. Creemos que podemos evitarles, gestionarlos, explicarlos… pero subestimamos su capacidad de caos. No hacen cálculos, no tienen lógica. Se infiltran en decisiones vitales y lo arruinan todo.

Empresas que fracasan por decisiones tomadas por individuos “leales” pero incapaces. Sociedades que toleran discursos incendiarios creyendo que no prenderán fuego.

Carlo M. Cipolla (15 August 1922 – 5 September 2000): la estupidez humana es el único fenómeno verdaderamente democrático

Quinta Ley: El estúpido es el tipo de persona más peligrosa que existe.

Cipolla: Más que el criminal, más que el malvado. El estúpido es impredecible, incansable, invisible. Es capaz de arrastrar al colapso una empresa, una familia, una nación… sin saber por qué lo hace. Y sin arrepentirse jamás.

Señor Cipolla, usted escribió en tono irónico. ¿Pero qué ha dicho la ciencia moderna sobre esto?

Cipolla: Prefiero no opinar sobre lo que no viví. Pero sí te diré que mi ensayo tenía tono de fábula, sí, pero no era broma. La neurociencia hoy habla de sesgos cognitivos, la psicología de disonancia, la economía de racionalidad limitada. Todo eso… ya estaba contenido, a su modo, en mis leyes.

Los estudios recientes confirman que hay comportamientos sistemáticamente irracionales. ¿Eso valida su tesis?

Cipolla (suspira): No se trata de validarme a mí. Se trata de entender que la estupidez no es una anomalía. Es una fuerza activa, latente, poderosa. El peligro es ignorarla. Tal vez algún día las sociedades aprenderán a legislarla como se legislan las epidemias.

La lucidez puede ser un acto de resistencia. Fotografía: Mike Chai

¿Y cómo nos protegemos de ella?

Cipolla: Con humildad. Sabiendo que podemos ser estúpidos sin darnos cuenta. Que no hay vacuna. Y que el único antídoto es la lucidez compartida.

Desperté con el corazón acelerado. No había grabadora, no había salón, no había taza de porcelana. Solo yo, el café ya frío, y un libro subrayado. Pero algo había cambiado. Sentía que comprendía mejor el mundo.

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